Córdoba, capital de la España musulmana, es cabecera de un territorio situado en el centro de la geografía andaluza. El Guadalquivir, que se remansa en curso medio, atraviesa su provincia de este a oeste y fertiliza una amplia vega donde fructifican el cereal, la vid y el olivo. Hacia el norte, la Campiña se encrespa y alcanza las últimas cimas de Sierra Morena, de tupido boscaje e intensa actividad cinegética. Al sur, la Campiña va ganando altura hasta alcanzar las montañas de la Subbética. Sobre estas tierras calizas se extiende el olivar y se asientan pueblos blancos y señoreiales de una cuidada arquitectura barroca.

El paisaje montañoso de cobijo a una variada fauna. La provincia cordobesa, que conserva huellas del pasado ibérico, romano y musulmán, es rica en tradiciones; posee un impresionante patrimonio monumental y su gastronomía ha experimentado un notable auge, recuperando un variado recetario de la cocina tradicional. 

Desde el Paleolítico, la provincia de Córdoba ha quedado marcada por la huella del hombre. Tartésicos y oretanos se disputaron la posesión de estas tierras y la explotación de sus minas de hierro, plomo y cobre. Los romanos la conquistaron fascinados por la belleza de su paisaje y la fertilidad de su valle. De su presencia dan testimonio las innumerables construcciones que recorren la provincia. Tras la expansión musulmana por la península ibérica, el territorio del Al-Andalus cordobés se erige en el principal foco de irradiación cultural y económico de la Europa medieval.Con el Emirato independiente instaurado por Abderramán I y el califato Omeya de Abderramán III, Córdoba vive su máximo protagonismo histórico. El magisterio de grandes hombres -Séneca, Maimónides, Averroes...- difundió por todo el orbe el esplendor y apogeo cordobés. Tras la conquista cristiana, las repoblaciones del valle del Guadalquivir por Carlos III y las agitaciones sociales del siglo XIX, la provincia emprende un nuevo rumbo histórico. Hoy, este privilegiado enclave andaluz atesora un patrimonio monumental, capaz de cautivar al viajero más exigente.
Paisaje

Las tierras cordobesas se extienden entre campo sde olivos y viñedos bañados por los afluentes del Guadalquivir, río que recorre la provincia de un lado a otro y la separa en dos: la zona montañosa de Sierra Morena y la llana campiña del Guadalquivir. Al sur encontramos otra zona de menor etensión pero de mayor altura: las Serranías Subbéticas.

La cocina cordobesa, típica de las tierras del interior, utiliza como materias primas los productos de la caza, de su cabaña ganadera y de la rica producción hortofutícola de sus huertas. El aceite de oliva y los excelentes vinos de la campiña, son el complemento indispensable de esta suculenta gastronomía. El viajero puede degustar las cazuelas de habas, los revueltos de espárragos, el cochifirto, la caldereta de cordero, las migas serranas y el estofado de rabo de toro, cuyo principal ingrediente procede del toro de lidia. El gazpacho y el salmorejo son platos apetecibles para aliviar los rigores de la cálida estación estival. La restauración cordobesa también ha incorporado a su oferta culinaria, recetas mozárabes como el cordero a la miel, plato digno de ser catado en cualquier época del año.